Javier Bardem interpreta en El buen patrón a un empresario de balanzas que intenta demostrar interés en el bienestar de sus trabajadores. Como señala el título de la película parece que su objetivo es destacarse como un buen empleador. Pero esta imagen se verá afectada cuando su empresa afronta un desafío.
Bardem vuelve a trabajar con Fernando León de Aranoa, luego de Los lunes al sol. En El buen patrón, Julio Blanco, carismático fabricante de balanzas, espera la visita de una comisión para que evalúe el trabajo de la fábrica. En ese objetivo todo debe estar a la perfección, pero una serie de eventos desafortunados pondrán a prueba su paciencia y creencias.
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Justo en el momento más importante para la empresa, en que su futuro literalmente se debatirá entre la vida y la muerte, ocurren acontecimientos que escapan de las manos de Julio Blanco.
Blanco intentará apelar a su buena relación con sus trabajadores, pero su vinculación en estos dramas no hará más que complicar el panorama. Además resulta que es el último en enterarse de los problemas de sus empleados, poniéndolo en desventaja en la resolución de los conflictos.
No obstante de tanto tirar la cuerda, Blanco tendrá que tomar decisiones con el único objetivo de salvaguardar los intereses de su empresa. De lo contrario perderá todo.
El buen patrón se cuenta con mucha ocurrencia e ironía con ayuda de la interpretación de Javier Bardem. El personaje de Bardem parece ingenuo y bien intencionado, pero su verdadera apariencia se esconde como un as bajo la manga.
Si bien los eventos presentados en el camino de Blanco son risibles, sus efectos son nocivos para los intereses empresariales. Por eso no se puede tomar este momento a la broma. Blanco echa por tierra su imagen de carismático y bondadoso para tomar el toro por las astas y poner el pecho por su compañía. Incluso en este momento de supuesta seriedad, la cinta lo aborda con diversión.