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    El lobo de Wall Street (9)

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    Cuando el lobo tiene dinero, devora todo. Arrasa con empresas, mujeres, sexo, droga, todo lo que pueda comprar. El Lobo de Wall Street, la nueva aventura de Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio, es un espectáculo de la avaricia y los excesos que cometen aquellos que llevan todos los bolsillos llenos de dinero.

    El filme, nominado a cinco categorías de los Oscar, ya se estrenó en el Perú. Está inspirado en el libro de Jordan Belfort, un exagente de la bolsa de valores que fundó su empresa y terminó en la cárcel por operaciones fraudulentas, pero mientras tuvo dinero vivió con lujos, entre fiestas, orgías y droga.

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    La película dura tres horas, y no es apta para menores de edad ni almas sensibles, pero para aquellos que disfrutaron de la cinta, el tiempo ni se siente. El humor toma la primera parte de la película, y la tragicomedia, el resto, cuando empiezan a llegar los problemas sobre Belfort.

    Lo único que hace Scorsese es guiarse por el libro y las aventuras de este broker, retratarlas sin ninguna censura, pero con alguna sutileza. Sin caer en lo grotesco, aunque aderezándolo con humor.

    Es una película sincera, porque así es como la gente se convierte cuando tiene dinero en la mano. Se descontrola. Son capaces de todo cuando el billete esta a disposición. La moral se adapta a lo que tienes y no a lo que sientes. El culto al dinero es una nueva religión en el mundo.

    Dos escenas de la película hace referencia a este culto. Cuando el personaje de Belfort decide irse de la empresa, empiezan a darle vivas, a venerarlo, agarrándose unos con otros, como si se tratase de un Dios. O cuando este expresa su enorme alegría por los millones conseguidos en comisiones, y todos rebasan los límites y empiezan a festejarlo, frente a su Dios, para comulgar con su alegría.

    Dicen que no hay moraleja, pero al final se muestra una contradicción en esta vida. Por un lado el policía honesto que captura al criminal cuya vida sigue igual, transitando entre la pobreza y el anonimato, y por el otro el criminal que sigue su vida con normalidad consiguiendo dinero y encontrando nuevos feligreses.

    La película es buena, y lo que destacan muchos, es que una persona con más de 70 años, como Martin Scorsese, se haya atrevido a rodar un filme así, como si se tratase de Uno de los Nuestros o Casino, pero para este nuevo siglo. La chispa no se ha perdido, sigue ahi.

    Lo mejor es la actuación de Leonardo DiCaprio, bastante cómico, una faceta desconocida, y alejado de algunos clichés del chico malo. Dicen que hay sobreactuación, pero Belfort, en la vida real es así, sino chequeen su cameo al final de la película. DiCaprio es la amenaza de Mathew McConaughey en los Oscar.

    Y lo mismo sucede con Jonah Hill, cuya habilidad para la comicidad es empleada con efectividad en esta película. Quién iba a pensar que este muchacho ligado a comedias ligeras iba a entregar este trabajo. Por eso no hay que subestimar.

    Lo malo es la edición, porque hay algunos detalles que no sincronizan entre corte y corte, que algunos casos es evidente.

    La película es buena, pero no apta para todos. No es una película de denuncia, o cuya intención sea: «No lo hagas, porque es malo». Es una cinta cruda, que muestra una realidad, que algunos amantes del dinero, no quieren ver.

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