SINOPSIS: Basada en la exitosa obra de teatro de Peter Morgan «The Audience», The Crown cuenta la historia de la relación entre dos de las direcciones más famosas del mundo: el Palacio de Buckingham y el número 10 de Downing Street, y las intrigas, amores y maquinaciones detrás de los eventos que formaron la segunda mitad del siglo XX.
La cuarta temporada de The Crown gira sobre dos personajes importantes en la vida la reina Isabel: La princesa Diana y la exprimera ministra, Margaret Tatcher, dos historias que conocen mejor las actuales generaciones.
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Tatcher llega al cargo de primera ministra de Inglaterra en un momento de crisis económica y política agobiante para el país. Su personalidad fuerte y práctica parece elemental para afrontar estos malos momentos. La reina tiene curiosidad, pero su primer encuentro termina por trazar una relación frontal entre dos mujeres quienes intentan imponer su visión de país en esa coyuntura.
Al contrario, el inicio de la relación con la princesa Diana no hace prever una historia amarga y fría. Incluso tanto Diana como Tatcher protagonizan dos metáforas claras: la cacería.
Mientras en esta escena observamos a Tatcher desaprobar ante la familia real y ella también bajándoles el dedo, con Diana sucede lo contrario. Ese círculo monárquico no puede cazar a la exprimera ministra, pero sí a la futura princesa de Gales quien termina absorbida y destrozada.

En el retrato de la relación de Diana con el príncipe Carlos quedan claros los villanos y aliados. Francamente dudo que al monarca le haya gustado la descripción de este momento de vida, ya que queda como un villano egoísta, distante, engreído y siempre intentando estar por encima de todos, una cualidad que agrieta su vínculo con la mediática Diana. Según esta temporada Carlos no ama a Diana, sino también envidia los reflectores y los saludos de sus súbditos.
Carlos queda mal en la cuarta temporada The Crown, mientras Diana surge como una indefensa joven víctima de los caprichos e infidelidades de su esposo, y de una distante familia política.
Esta historia también sirve para retratar aún más la frialdad de una familia real. Isabel conoce mejor a su país, que a sus hijos como queda claro en uno de los capítulos.
La historia de Diana y Carlos hace que los capítulos se vean en automático. Resulta un relato atractivo y efectivo, sin importar si los hechos son o no reales. El melodrama funciona bien gracias, también, a las buenas interpretaciones de Josh O’Connor (Carlos) y Emma Corrin (Diana).

Lo mismo pasa con Tatcher gracias a un buen trabajo de la actriz, Guillian Anderson. Aunque algunos detractores califican el personaje de caricaturesco, no deja de llamar la atención el trabajo con su cuerpo, ya que la exprimera ministra a veces se le ve corporalmente frágil (visualmente resaltado con un enorme peinado) que contrasta con una personalidad decidida y, por momentos, cruel (ninguna hija quiere escuchar lo que su personaje le dijo a la suya).
Buena temporada The Crown. Gusta a la audiencia, francamente la familia real debe odiarla. Disponible en Netflix.