Dune parece una larga presentación de un joven destinado a salvar el legado familiar. La película es una nueva adaptación (la primera dirigida por David Lynch se estrenó en 1984) de la novela del mismo nombre de Frank Herbert.
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La película ahora dirigida por Dennis Villeneuve (Blade Runner 2049, Sicario, Incendios) ofrece un espectáculo visual y sonoro para retratar la historia de una familia intentando gobernar un planeta arisco con un desierto indomable.
Pero cuando se escribe la palabra espectáculo suena a rápido, explosivo, que te «rompe la cabeza», elementos ausentes en este filme. Aquí las imágenes son la prioridad; el resto suma a esta propuesta. Dune transita por el mismo camino que Blade Runner 2049 solo que en esta última (a mi juicio) la propuesta visual era visualmente extraordinaria, completamente disfrutable en una pantalla de cine.
El director siempre se luce con la imagen en la mayoría de sus trabajos y para ello controla las interpretaciones para que vayan en armonía con esas tomas. Las actuaciones resultan correctas para sumar a esta propuesta. Aunque hay un momento interesante de Timothee Chalamet en la prueba que realiza frente a una bruja y otro hacia el final de esta película de dos horas y 40 minutos de duración.
Mientras que la historia solo apunta a repetir, una y otra vez, con ayuda de visiones proféticas, que el joven protagonista es el Mesías enviado para salvar su planeta. (Aunque si no fuera por estas Zendaya solo hubiera aparecido unos segundos en la película). Otras cualidades del protagonista fueron escondidas, seguramente, para presentarlas en la segunda parte.
Ojalá le aprueben la secuela a Dennis Villeneuve (parece probable) porque la película está planteada para que tenga una segunda parte. De lo contrario tendrán una legión de fanáticos furiosos que se quedaron con la miel en los labios.
Unos se atreven a comparar la película, también, con Star Wars o El señor de los anillos. Pero esas películas no se hicieron tan largas como esta.