La serie coreana, Rumbo al infierno (Hellbound), creada por el director de Estación Zombie (Train to Busan), Yeon Sang-ho, plantea un escenario en que seres del más allá llegan a nuestro mundo para llevarse el alma de los pecadores.
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Seúl, epicentro de esta historia, es testigo de la visita de seres extraordinarios que anuncian, primero, al pecador la fecha de su condena y luego vuelven a aparecer para llevarse su alma al infierno.
Pero la intención del creador de esta serie no es profundizar este fenómeno y evaluar algunas soluciones para detener a estos ángeles del infierno. En esta historia, por ejemplo, no conocemos cómo es que estos personajes llegan a nuestro mundo. Esto no es importante. Sino que Rumbo al infierno se creó para analizar la reacción de la sociedad ante un evento paranormal y extraordinario.
Por eso es que en los primeros dos episodios observamos que la población responde igual que a cualquier evento terrenal con sorpresa, pero mucha curiosidad. Sin mantener distancia, apoyados en sus celulares que los ayudan a captar tamaño acontecimiento.
A la par vemos como una iglesia aprovecha este episodio, para llevar agua para su molino y posicionarse en Seúl. En los capítulos posteriores notamos que esta iglesia toma protagonismo. Está más interesada en actuar con rigor y apego a las normas que explicar y consolar a sus feligreses.
Rumbo al infierno dura solo seis episodios, pero probablemente regrese con una nueva temporada. Ofrece un epílogo notable con una escena final contradictoria. Seguramente una segunda temporada dará una respuesta a esa secuencia. Va por Netflix.