La ciudad perdida (The lost city) con Sandra Bullock y Channing Tatum arranca como una burla al género de aventuras. Como si quisiera ridiculizar sus clichés, pero termina por caer en lo mismo.
Bullock interpreta a una escritora de libros de aventuras. Un oficio que resulta una contradicción. La autora tiene una vida nada divertida, pero sí la habilidad describir estas historias.
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Mientras del otro, el galán, la inspiración de estas hazañas, no es precisamente el hombre macho, moreno, indomable y sin miedo a nada. Todo lo contrario. Solo es un modelo, escultor de su cuerpo cuya experiencia no abarca más allá del gimnasio donde se ejercita y las sesiones de fotos como modelo.
Ambos personajes parecen haberse ideado para burlarse un poco de los tópicos del género de aventura. Generalmente en este tipo de películas hay un hombre valiente, empedernido, tosco y ambicioso. Por el otro lado una mujer aparentemente débil, engreída, que termina por sumarse a la misión imposible del hombre.
Pero el inicio de La ciudad Perdida solo es engañoso. La burla a estos clichés y darnos una idea de que estamos ante algo nuevo, solo es un gancho para sumergirnos en la misma fórmula que intentaron criticar. Durante el desarrollo de esta hora y media que dura la película vemos lo mismo una y otra vez. No necesariamente porque esté bien estructurada, sino porque copia una fórmula de una manera fácil y algo entretenida. No hay nada más en esta película, como si se copiara a pie de juntillas las instrucciones para escribir un guion por primera vez.
Cuando sabes lo que viene y encima sin ningún valor agregado, no genera interés, ni atención. Una película más en este horizonte del entretenimiento de Hollywood.