Casi diez años después del estreno de la tercera temporada, Netflix tomó la buena decisión de auspiciar una cuarta temporada de Borgen. Para aquellos que conocen poco de esta historia se trata de una serie política que habla de las conspiraciones y juegos de poder en Dinamarca. Relatos nada extraños para el mundo ya que la política es igual aquí y en otra parte del continente.
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Como personaje principal tenemos a Birgitte Nyborg, una política idealista, bastante hábil, que se convirtió en la primera primer ministra de Dinamarca. Sin embargo tiempo después ejerce con mucho poder el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Precisamente la cuarta temporada gira sobre su trabajo en esta importante cartera ministerial y cómo es que responde a una crisis internacional que involucra a sus principales países aliados.
Pero no se trata de observar sus estrategias o planes para mitigar esta crisis. Todo lo contrario. Se trata de cómo es que Birgitte Nyborg se deja abrazar por el poder y deja que haga con ella lo que se le venga en gana.
Los ideales quedan de lado y Birgitte empieza a ceder para conservar el poder otorgado por el gobierno. En ese camino de ambiciones no solo se va contra el gobierno, sino también contra su partido e incluso su familia.
Birgitte deja que el lado oscuro se apropie de su alma, porque supone que el fin justifica los medios.
La transformación del personaje central se hace interesante con cada episodio y pese a que el espectador sabe que va por mal camino, no se deja de admirar su sagacidad, frialdad e inteligencia. Incluso el personaje es engañoso, porque su carisma te atrapa y te hace creer que todo lo ejecutado es correcto.
Borgen y un juego de poder femenino
Otro detalle de esta temporada de Borgen es que los personajes femeninos tienen más peso que los masculinos. Se trata más de juego de poder de mujeres que de hombres acostumbrados a verlos gobernar en la ficción.
No solo Birgitte pondrá a prueba sus ideales, sino también la periodista Katrine. También idealista y correcta, pero que el asumir una jefatura tendrá que equilibrar los ideales periodísticos y los intereses económicos de la empresa que la contrató y la puso en ese cargo.
La cuarta temporada de Borgen ha sido buena, extraordinaria, inteligente, bien actuada. Aunque no estoy de acuerdo con el final en que se le da redención a la protagonista central. Además que hay algunos problemas con la edición de escenas. Salvo estos detalles es una serie que recomiendo para todos aquellos que gustan de dramas políticos de alto voltaje.