El director, Joseph Kosinski, viene de estrenar su buena película, Top Gun, y ahora presentó su nueva obra, La cabeza de la araña (Spiderhead). Desafortunadamente los resultados son distintos.
La otra película de Joseph Kosinski: Top Gun
La cabeza de la araña es una ficción que tiene como protagonistas a dos personajes. Por un lado un científico (Chris Hemsworth) que prueba medicamentos en humanos. Por el otro, un preso (Miles Teller) que se somete a estos exámenes con el fin de buscar redención por sus pecados.
Aparentemente al inicio todo va bien. Los experimentos se desarrollan por buen camino. No son precisamente pastillas, sino dispositivos que se implantan al cuerpo para que la persona experimente emociones que no sentirían naturalmente. Gracias a este invento, por ejemplo, puede gustarle alguien que no estaría dentro de sus exigencias, o experimentar el terror.
Pero el problema no es que la investigación vaya bien, sino que el científico no se satisface con lo que tiene, sino que quiere más. Como no tiene límites, entonces va más allá de la ética y presiona por más.
En este momento de la película es que viene el choque con el sujeto sometido a la experimentación, quien pese a ser un preso, tiene más códigos morales que el mismo científico. Ahí es cuando ocurre una colisión y se pone en peligro la investigación. Mientras uno saca su verdadera cara, el otro va por un camino que considera correcto y no se aparta de él. Hacia el final ya no se trata de convencer con la palabra, sino incluir la violencia para que una visión se imponga a la otra.
La cabeza de la araña no es Top Gun, una película de acción. Sino más bien una cinta de ciencia ficción donde intenta reflexionar sobre la redención y el poder ilimitado que puede experimentar una persona.
No es precisamente una mala película, pero parece ese tipo de filmes que olvidas con rapidez cuando terminas de verla. Disponible en Netflix.