La La Land no es una película para antirománticos y opositores a los musicales. La nueva cinta de Damien Chazelle es la ejecución de una historia conocida, de viejos sueños que siempre se alcanzan, pero que se refrescan con la música y la buena actuación de Emma Stone.
La segunda obra del también director de Whiplash inicia con dos personajes. Mia, una aspirante actriz que trabaja en una cafetería, pero que sueña con llegar a los escenarios y Sebastian un defensor del jazz clásico, un purista, que sueña con abrir su propio club que promueva esta música.
Ambos se encuentra en el momento correcto. Porque funcionan como estímulos para llegar a sus metas. Uno apoya al otro, pero al final, explícita e implícitamente, construyen el mismo camino.
Lo mejor está en la primera mitad
La La Land tiene un poderoso ingreso cuando va narrando el inicio del romance de Mia y Sebastian. Hay química, complicidad, pero también mucha música, y muy buena. Los temas que se van tocando, mientras se concreta la relación, son bastante pegajosos y es difícil no moverse a esos ritmos.
Los musicales están bien ejecutados. Y ayudan expresar lo que va sintiendo cada personaje. Aquí los diálogos pasan a segundo plano.
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Pero cuando se va la música, se cae en la fórmula de los artistas que sufren por alcanzar sus sueños (me pregunto si solo los actores o músicos sueñan; ¿el resto no lo hace?). Aquí no hay novedad. Se deja del lado la fortaleza para contarnos una vieja historia, cuyo final ya conocemos.
Emma Stone merece pelear por el Óscar
El trabajo de Ryan Gosling, pero el de Emma Stone es mejor. Su mejor momento está en la última audición, cuando dedica una canción a los soñadores. Esa toma se parece al de Anne Hathaway en Los Miserables cuando cantó I dream a dream.
La voz de Stone es dulce, tierna, suave. Su mirada evidencia una frustración escondida. La rabia de no conseguir lo que se sueña.
La La Land es una película que ya no se ve, que recurre a elementos clásicos para narrarnos un historia de amor. Donde la música no es accesoria, sino el complemento del romance. Y gracias a las flautas y pianos entendemos, así como sentimos, mejor las emociones de sus protagonistas. Es un nuevo homenaje a los soñadores.
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— El Pirata (@ELPIRATA_CINE) 19 de enero de 2017