Sex Education no es una serie cuyo nivel haya bajado con el transcurso de sus temporadas. Ha mantenido su esencia y fortalezas que la convierten en una serie popular en Netflix y queridas por la crítica.
TAMBIÉN LEA: Crítica a Hacks, serie de HBO
TAMBIÉN LEA: Crítica a The White Lotus de HBO
Sex Education aprovecha cada temporada para centrarse en un tema. En la segunda temporada discutieron sobre el abuso sexual que motivó la creación de un buen capítulo donde las protagonistas revelaban las situaciones las incomodaban en su día a día. Ahora en esta tercera temporada ponen en debate las reglas impuestas contra la libertad sexual.
A la escuela Moordale llega una nueva directora quien pide en confianza que la llamen Hope. Con una presentación bastante peculiar, intenta ganarse a los jóvenes estudiantes de este colegio. Sin embargo, como sucede en la vida, no todo lo que brilla es oro y a las pocas escenas empieza a sacar las garras y mostrarse cómo es: una dictadora de escuela.
En su afán de imponer disciplina, la nueva funcionaria implementa reglas que buscan orden y limitan la libertad sexual de los muchachos. Para este personaje la sexualidad no debería ser una preocupación para los adolescentes, sino que su tarea debería limitarse solo a estudiar.
Lo interesante es que uno de los personajes advierte de esta pequeña «dictadura» cuando repara en el pintado de una línea amarilla que separa a los muchachos entre los que suben y bajan por los pasillos de la escuela. «No solo se trata de una línea», dice y los capítulos posteriores le dan la razón.
Sobre esta idea particular gira la nueva temporada de Sex Education. Hay menos contenido informativo, igual se mantiene la diversión, las escenas candentes, además que hay un sinceramiento en las relaciones entre los personajes. La honestidad los lleva a encontrar sus verdaderos intereses amorosos.
Sex Education cumple con un buen entretenimiento, sigue en el mismo sendero de su historia. Para verla en Netflix.