Better Call Saul nació de Breaking Bad. La historia de la serie se centró en Saul Goodman, un abogado sin escrúpulos capaz de venderse por una buena cantidad de dinero. En Better Call Saul ahondan más en los orígenes del personaje y otorgan el final que no tuvo en Breaking Bad.
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A veces este tipo de producciones, conocidas como spin off, historias auspiciadas para seguir sacándole el jugo a una serie o película con buena audiencia, se hacen por cumplir. Pero este no es el caso. En esta serie, disponible en Netflix, no solo hay un buen guion, sino excelentes interpretaciones y un notable lenguaje visual.
Por qué mirar Better Call Saul
Pero por qué mirarla. Por qué destinar parte de tu tiempo a ver esta serie que algunos consideran una de las mejores del año. Pues hay muchas razones. Para empezar no es una serie sencilla llena de obviedades o diálogos explícitos. Hay mucha sutileza en su ejecución dejando rastros en su historia para que el espectador arme el rompecabezas. El objetivo de esta serie es buscar que el espectador sea más activo.
Luego ofrece buenas interpretaciones pronunciando diálogos cotidianos, reflexivos y relevantes para la historia. No hay mucho drama o exageración en las actuaciones, sino roles precisos y suficientes para darle interés a la serie. En esta categoría destacan el trabajo de Bod Odenkirk (Saul Goodman), Rhea Seehorn (Kim Wexler), Patrick Fabian (Howard Hamlin) y el fenomenal Tony Dalton como Lalo Salamanca.
Imágenes que dicen mucho en Better Call Saul
Pero uno de los valores más importantes es que el alma de Better Call Saul se cuenta con un lenguaje visual hermoso, a veces a color, otros, principalmente, hacia el final, a blanco y negro. Son imágenes bonitas, pero con significado. Revelan mucho de las emociones de los personajes. Como aquella toma final en que los protagonistas aparecen separados por unas mallas de seguridad mirándose con amor y dolor. No tienen que decir nada para entender qué sienten en ese momento.
Por estas razones es que Better Call Saul es buena. Está al nivel de Breaking Bad, aunque con ejecuciones diferentes. Breakind Bad ofrece la progresiva conversión de un noble profesor con cáncer en un frío narcotraficante, mientras que esta serie va un poco más despacio, pero entreteniendo con las argucias y cálculos de un abogado que parece no darse cuenta de las consecuencias de sus actos.
Así se hace un fan service
Están al nivel más aún cuando los fanáticos empezaron a encontrar coincidencias entre una y otra serie lo que habla de la importancia de ambas. Pero lo más interesante es cómo cruzan las historias entre ambas series trayendo personajes de Breaking Bad a esta historia de Netflix. El resto está ahí, incluso el inolvidable Walter White. Son más que cameos en un guion que no es de superhéroes. Estas inclusiones podrían responder a pedidos de los fanáticos, pero el «fan service» se hizo bien, sin que se notara accesorio o poco importante.
Esta es una buena propuesta que no decepcionara, salvo que el espectador busque otro tipo de producciones más ligeras y divertidas. Si no es así, Better Call Saul es su opción.