Hay una escena en Barbie en que el personaje de América Ferrara, Gloria, (conocida por su papel de Betty, la fea-versión norteamericana) expresa todo lo que la sociedad espera de una mujer. Es en ese momento que los espectadores guardan silencio (Bueno, es lo que viví durante el visionado de la película protagonizada por Margot Robbie).
Probablemente ese silencio sea una aprobación o la invitación a una reflexión, pero esa escena refleja la idea de esta película.
Margot Robbie interpreta a una Barbie esterotípica. En Barbieland (tierra de estas muñecas) hay barbies presidentas, físicas, doctoras, sin embargo ella representa un estereotipo: la chica de la cara y cuerpo perfecto. La mujer soñada por los hombres y la aspiración de algunas mujeres.
Pero cuando Gloria (de niña conectaba con este juguete) idea una muñeca con conflictos mundanos y ordinarios ajenos a la vida perfecta de esta muñeca, logra que esos sentimientos se transmitan a la Barbie quien empieza a tener problemas.
Su mundo perfecto se resquebraja y debe dejar Barbieland para visitar el mundo real que le permita volver a conectar con esa niña y encontrar soluciones a sus problemas. En este viaje de la heroína es que empieza a averiguar quién es y hacia dónde quiere ir con su vida.
A través de los ojos de Barbie es que vemos un mundo real gobernado por los hombres poco amable con su género . El rosado de Barbieland cambia a tonos opacos para retratar una realidad poco cálida y divertida para las mujeres.
Ese viaje es que se aprovecha con ironía para criticar el entorno en que viven las mujeres. El humor ayuda a decir algunas verdades para que no duelan y esta premisa se utiliza bien en la película.
Contribuyen a esta idea también las buenas actuaciones de Margot Robbie, interpretando una barbie, al inicio, perfecta y luego arrastrada hacia el drama necesario para averiguar su rol en Barbieland o el mundo real (las barbies también lloran). Para ello la intérprete juega bien con su cuerpo simulando varias veces el desplazamiento de una muñeca.
Ryan Gosling lo hace bien como Ken, el hombre sumiso a Barbie y luego rebelde intentando también ser parte importante en este mundo de muñecas.
LOS MENSAJES DE GRETA GREWIG
No se habla mucho del trabajo de América Ferrara, pero lleva bien el momento más importante de la película en que las barbies, y la audiencia, deben reflexionar y cambiar el chip. Las muñecas no pueden dejarse contaminar por ideas que las sometan a las necesidades de otros, sino recordar que tiene un rol importante en la sociedad. Greta Gerwig, directora de este filme, suele aprovechar sus películas para reforzar estos mensajes.

Lo hizo en Mujercitas (la película está en Netflix) cuando Amy, personaje de Florence Pugh, le dice a Laurie (Thimotee Chalamet): «Solo soy mujer y como mujer no tengo forma de ganar dinero por mi cuenta (…) Y si tuviera dinero pertenecería a mi marido en el momento en que nos casáramos y si tuviera hijos, serían suyos, no míos». O cuando el editor de un diario le dice a la protagonista Jo (Saoirse Ronan): «Al final de su novela, que la mujer se case».
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BUENA PUESTA EN ESCENA
A todo ello hay que sumarle la impresionante puesta en escena o diseño de producción de la película. Retrata a la perfección un mundo de muñecas colorido, divertido y plástico, sin dejar de lado el vestuario combinado e idóneo para cada ocasión.
Barbie es una comedia, a veces un musical y algunas veces un drama. Es una película divertida con muchos toques de ironía, con un mensaje feminista que no intenta decirte lo que debes hacer, pero que en mi caso invita a reflexionar y empezar a cambiar el chip. Antes de enojarte por sus ideas, respira, piensa y pregúntate si no tienen razón. Recomendable.